Echamos a andar en 2020. Un año muy complicado para todos. Un año durante el cual nuestras experiencias en torno a la mesa y el disfrute al lado de nuestras Familias y Amigos se vieron drásticamente limitadas. El año que las pequeñas cosas nos ayudaron a soportar. En nuestro caso fueron las conservas.
Las conservas nos ayudaron a mantener la ilusión por descubrir y las ganas de sorprendernos. Nos dimos cuenta de la variedad tan inmensa de productos, de sabores, de orígenes, de productores. De las posibilidades de recrearse con productos que venían de tan lejos, tan distintos. Productos que pacientemente, casi modestamente, nos estaban esperando en un rincón perdido nuestra cocina. Ese fue el punto de partida. A partir de ese instante no pudimos parar.
Descubrimos un entorno riquísimo de personas dedicadas con empeño a la producción de conservas, muchas de ellas personas modestas que arriesgan sus vidas en el mar; de conserveros que innovan respetando al máximo el producto, de los caprichos del mar, de las especies que empiezan a escasear.
También descubrimos personas como nosotros, con ganas de hacer algo distinto, con cariño, esmero y pacientemente. Personas que se ilusionan a diario para que los demás podamos disfrutar de sabores y sensaciones, personas que nos ayudan a disfrutar de los placeres en nuestro día a día. Y decidimos hacer lo que tocaba, compartirlo. Compartir sabores, compartir experiencias, compartir ilusión.